Cuando yo era chico, había en Zaragoza una carreterilla que seguía el curso del ferrocarril. Entre la carretera y la vía el terreno era de Renfe, y la empresa lo tenía parcelado y cedido a los trabajadores, que se hacían allí un pequeño huerto. En general, los ferroviarios no eran malos hortelanos.
La carretera no tenía transito de vehículos, entre otras cosas porque entonces había muy pocos, y los vecinos paseabamos por ella.
Recuerdo de aquellos huertos que muchos de ellos tenían rosales, y el olor en primavera era espectacular.
Era una variedad de rosas de flor aplastada y densa en pétalos.
La flor era bonita pero el aroma....Aaaah el aroma.
Con el tiempo, aquellas variedades de rosal han caido en desuso.
Ahora proliferan las rosas para flor cortada. De estructura cilíndrica, tallo largo y color vivo; rojos aterciopelados, amarillos brillantes... e insulsas. Incluso las que se afirman "de olor".
Nos costará encontrar en los comercios del ramo alguna variedad antigua realmente olorosa.
Por eso me ha sorprendido en un viaje reciente a Omán, encontrar un lugar donde las rosas son lo que eran aquí (en España) hace 40 años. Se trata de la Montaña Verde الجبل الأخضر , una reserva natural donde la lluvia que cae a lo largo del año, permite a los lugareños cultivar hortalizas, granados, y sobre todo unos magníficos rosales con los que elaboran auténtica agua de rosas.
No se si la foto da fe de la belleza del lugar. A mí me gusta.
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