Pilatos le preguntó: ¿No hay, pues, verdad sobre esta tierra?
Y Jesús dijo: Mira cómo los que manifiestan la verdad sobre la tierra son juzgados por los que tienen poder sobre la tierra.

miércoles, 3 de abril de 2013

El poder de la palabra

 Estas fotos las he tomado esta Semana Santa en la entrada de unos lavabos públicos.

Aunque yo no me asemejo a ninguna de las imágenes (creo), no tuve dudas y entré en el de la izquierda.

Cuando vemos una señal de tráfico indicando paso a nivel sin barreras, el dibujo es una máquina de tren de vapor que hace años que no circulan. Cuando decimos a un niño que dibuje una casa, hará un cuadrado con una chimenea de la que sale humo y probablemente un arbol al lado, aunque él viva en un piso de ciudad.
Si decimos a este niño cuando va al lavabo que tire de la cadena, sabrá qué hacer, pero puede que nunca haya visto un vater de cisterna con cadena. (Yo hace mucho que no veo uno)

Es decir, que la representación del concepto puede alejarse mucho del concepto.
De hecho puede alejarse tanto que representamos la realidad con palabras.

Realmente no tengo claro si  las palabras representan la realidad o son la realidad.

En el siglo XV en Praga, el rabino löw dió con la palabra que infunde la vida. Hizo una criatura de arcilla, escribió la palabra en una tablilla y se la introdujo en la boca.  La criatura cobró vida de inmediato, aunque por supuesto no tenía alma.

http://www.radio.cz/es/rubrica/legados/leyendas-del-rabino-loew-y-su-golem


Me encanta el poema al respecto de Borges: El Golem.
Si (como afirma el griego en el Cratilo)
el nombre es arquetipo de la cosa
en las letras de 'rosa' está la rosa
y todo el Nilo en la palabra 'Nilo'.

Y, hecho de consonantes y vocales,
habrá un terrible Nombre, que la esencia
cifre de Dios y que la Omnipotencia
guarde en letras y sílabas cabales.

Adán y las estrellas lo supieron
en el Jardín. La herrumbre del pecado
(dicen los cabalistas) lo ha borrado
y las generaciones lo perdieron.

Los artificios y el candor del hombre
no tienen fin. Sabemos que hubo un día
en que el pueblo de Dios buscaba el Nombre
en las vigilias de la judería.

No a la manera de otras que una vaga
sombra insinúan en la vaga historia,
aún está verde y viva la memoria
de Judá León, que era rabino en Praga.

Sediento de saber lo que Dios sabe,
Judá León se dio a permutaciones
de letras y a complejas variaciones
y al fin pronunció el Nombre que es la Clave,

la Puerta, el Eco, el Huésped y el Palacio,
sobre un muñeco que con torpes manos
labró, para enseñarle los arcanos
de las Letras, del Tiempo y del Espacio.

El simulacro alzó los soñolientos
párpados y vio formas y colores
que no entendió, perdidos en rumores
y ensayó temerosos movimientos.

Gradualmente se vio (como nosotros)
aprisionado en esta red sonora
de Antes, Después, Ayer, Mientras, Ahora,
Derecha, Izquierda, Yo, Tú, Aquellos, Otros.




(El cabalista que ofició de numen
a la vasta criatura apodó Golem;
estas verdades las refiere Scholem
en un docto lugar de su volumen.)

El rabí le explicaba el universo
"esto es mi pie; esto el tuyo, esto la soga."
y logró, al cabo de años, que el perverso
barriera bien o mal la sinagoga.

Tal vez hubo un error en la grafía
o en la articulación del Sacro Nombre;
a pesar de tan alta hechicería,
no aprendió a hablar el aprendiz de hombre.

Sus ojos, menos de hombre que de perro
y harto menos de perro que de cosa,
seguían al rabí por la dudosa
penumbra de las piezas del encierro.

Algo anormal y tosco hubo en el Golem,
ya que a su paso el gato del rabino
se escondía. (Ese gato no está en Scholem
pero, a través del tiempo, lo adivino.)

Elevando a su Dios manos filiales,
las devociones de su Dios copiaba
o, estúpido y sonriente, se ahuecaba
en cóncavas zalemas orientales.

El rabí lo miraba con ternura
y con algún horror. '¿Cómo' (se dijo)
pude engendrar este penoso hijo
y la inacción dejé, que es la cordura?'

¿Por qué di en agregar a la infinita
serie un símbolo más? ¿Por qué a la vana
madeja que en lo eterno se devana,
di otra causa, otro efecto y otra cuita?'

En la hora de angustia y de luz vaga,
en su Golem los ojos detenía.
¿Quién nos dirá las cosas que sentía
Dios, al mirar a su rabino en Praga?


 
La palabra lo puede todo. (Solo que hay que encontrar la palabra adecuada)