Cuando vemos una señal de tráfico indicando paso a nivel sin barreras, el dibujo es una máquina de tren de vapor que hace años que no circulan. Cuando decimos a un niño que dibuje una casa, hará un cuadrado con una chimenea de la que sale humo y probablemente un arbol al lado, aunque él viva en un piso de ciudad.
Si decimos a este niño cuando va al lavabo que tire de la cadena, sabrá qué hacer, pero puede que nunca haya visto un vater de cisterna con cadena. (Yo hace mucho que no veo uno)
Es decir, que la representación del concepto puede alejarse mucho del concepto.
De hecho puede alejarse tanto que representamos la realidad con palabras.
Realmente no tengo claro si las palabras representan la realidad o son la realidad.
En el siglo XV en Praga, el rabino löw dió con la palabra que infunde la vida. Hizo una criatura de arcilla, escribió la palabra en una tablilla y se la introdujo en la boca. La criatura cobró vida de inmediato, aunque por supuesto no tenía alma.
http://www.radio.cz/es/rubrica/legados/leyendas-del-rabino-loew-y-su-golem
Me encanta el poema al respecto de Borges: El Golem.
Si (como afirma el griego en el Cratilo) el nombre es arquetipo de la cosa en las letras de 'rosa' está la rosa y todo el Nilo en la palabra 'Nilo'. Y, hecho de consonantes y vocales, habrá un terrible Nombre, que la esencia cifre de Dios y que la Omnipotencia guarde en letras y sílabas cabales. Adán y las estrellas lo supieron en el Jardín. La herrumbre del pecado (dicen los cabalistas) lo ha borrado y las generaciones lo perdieron. Los artificios y el candor del hombre no tienen fin. Sabemos que hubo un día en que el pueblo de Dios buscaba el Nombre en las vigilias de la judería. No a la manera de otras que una vaga sombra insinúan en la vaga historia, aún está verde y viva la memoria de Judá León, que era rabino en Praga. Sediento de saber lo que Dios sabe, Judá León se dio a permutaciones de letras y a complejas variaciones y al fin pronunció el Nombre que es la Clave, la Puerta, el Eco, el Huésped y el Palacio, sobre un muñeco que con torpes manos labró, para enseñarle los arcanos de las Letras, del Tiempo y del Espacio. El simulacro alzó los soñolientos párpados y vio formas y colores que no entendió, perdidos en rumores y ensayó temerosos movimientos. Gradualmente se vio (como nosotros) aprisionado en esta red sonora de Antes, Después, Ayer, Mientras, Ahora, Derecha, Izquierda, Yo, Tú, Aquellos, Otros. | (El cabalista que ofició de numen a la vasta criatura apodó Golem; estas verdades las refiere Scholem en un docto lugar de su volumen.) El rabí le explicaba el universo "esto es mi pie; esto el tuyo, esto la soga." y logró, al cabo de años, que el perverso barriera bien o mal la sinagoga. Tal vez hubo un error en la grafía o en la articulación del Sacro Nombre; a pesar de tan alta hechicería, no aprendió a hablar el aprendiz de hombre. Sus ojos, menos de hombre que de perro y harto menos de perro que de cosa, seguían al rabí por la dudosa penumbra de las piezas del encierro. Algo anormal y tosco hubo en el Golem, ya que a su paso el gato del rabino se escondía. (Ese gato no está en Scholem pero, a través del tiempo, lo adivino.) Elevando a su Dios manos filiales, las devociones de su Dios copiaba o, estúpido y sonriente, se ahuecaba en cóncavas zalemas orientales. El rabí lo miraba con ternura y con algún horror. '¿Cómo' (se dijo) pude engendrar este penoso hijo y la inacción dejé, que es la cordura?' ¿Por qué di en agregar a la infinita serie un símbolo más? ¿Por qué a la vana madeja que en lo eterno se devana, di otra causa, otro efecto y otra cuita?' En la hora de angustia y de luz vaga, en su Golem los ojos detenía. ¿Quién nos dirá las cosas que sentía Dios, al mirar a su rabino en Praga? |
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