Yo fui como tantos, un niño pobre en un país pobre. Nunca nadie me dijo: ”Podrás ser lo que tú quieras”. Nuestro afán era conseguir ganarnos bien la vida.
En mi caso, ha sido con la tecnología. De niño ya hacía montajes electrónicos sencillos, copiados de las revistas. Luego, el trabajo en el monopolio que se convirtió en multinacional, el servicio a la patria y los estudios de ingeniería.
Vinieron la informática, la transmisión de datos, las redes e internet. Pusimos esfuerzo y empeño en equipos, sistemas y conocimientos que se quedaron obsoletos. Tecnologías que parecían buenas se extinguieron como el pájaro dodo, al que le cambió el entorno y entonces se hizo patente que era gordo y no volaba.
A la inteligencia artificial (IA) ya no he llegado. Ni la entiendo ni la sé usar. Y la verdad es que no me interesa ni me importa.
Entre nosotros; si yo tuviera que volver a empezar con lo que ahora sé, no me dedicaría a la tecnología.
¡Agente forestal! Si me dejan repetir, me pido agente forestal.
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