¿Recuerdas la canción que decía?
¿Recuerdas la canción que decía?
¿Es mi aspecto? ¿Mi forma de vestir?
Si voy al Corte Inglés, me toman por dependiente. Cuando voy a un hospital me toman por sanitario. Incluso esperando el metro la gente me pregunta a mi, aun cuando hay un par de empleados con uniforme unos metros mas allá.
Creo que la primera vez fue hace años, en un establecimiento termal. Yo esperaba junto a las taquillas a que saliera mi esposa del vestuario. La gente empezó a preguntarme cosas y cuando quise darme cuenta ya había atendido a media docena de personas.
A veces me disculpo y respondo que no trabajo allí, otras cuando sé la respuesta ayudo a quien me pregunta. Pero entonces es peor porque llegan nuevos preguntadores.
El sábado fui al museo de Ciencias Naturales. En la entrada informé a unos turistas sobre los tickets, dentro indiqué a una señora la situación del lavabo. Luego, una monitora con unos niños me pidió que les explicase algo sobre los fósiles y no supe negarme. Empecé con los trilobites y los amonites, y cuando llegamos a los dinosaurios el grupo había crecido tanto que sentí que se me iba de las manos. Les invité a explorarlo por si mismos leyendo los carteles.
Hoy he ido a mi médico de cabecera. Hemos terminado los dos en su lado de la mesa revisando los análisis de otro paciente. Pinta mal.
P.D. Mi gratitud a la ilustradora, que ha hecho el trabajo entre lactancia y lactancia
Es septiembre, Barcelona.Nublada está la mañana.Hoy no abre el Mercadona,no se ve en la calle un alma.Hay un vecino somardo,que tiene un perro somardo,que sale al balcón y ladra.De repente un alboroto:Cotorras cabecirrojasvienen al almez y graznan.El tercer grado me agobia,si hay suerte y me lo levantan,me voy al pueblo ipso facto.La ciudad se me atraganta.
Tan mala es la abundancia como la escasez.
Entonces no era San Petersburgo, sino Leningrado. Alfonso y yo compartíamos habitación en un hotel lejos del centro, aunque se llegaba en línea recta. Todo era seguir la larga Avda. Nevski.
Se hizo tarde. ¿Las 11? . Quizá más, y había que volver al hotel. Los taxistas en época soviética eran funcionarios. Tomar un taxi era casi imposible, así que levantabas la mano, parabas a un conductor cualquiera y negociabas.
Así lo hicimos. Paró un hombre de mediana edad, en un Lada bastante maltratado. El no hablaba nada de inglés, nosotros nada de ruso. Le enseñamos la tarjeta del hotel y asintió, negociamos escribiendo la cifra en una libreta, creímos llegar a un acuerdo y montamos en los asientos de detrás.
Arrancó a una velocidad mayor de la que esperábamos de aquel cacharro y tras unos pocos metros, abandonó la avenida y empezó a callejear . Era la ciudad del estudiante Raskolnikov en “Crimen y Castigo”, oscura, neblinosa, vacía y amenazadora. Zigzagueábamos sin sentido, unas veces siguiendo la orilla de los canales, otras cruzando por puentes sin iluminar.
¡Alfonso! Dije, la hemos cagado. Este tío no nos lleva al hotel. No sé lo que intenta, pero pinta mal. Es un hampón y va a ir a un lugar apartado, donde estarán sus colegas esperando. Cuando esté a punto de parar, antes de que nos echen mano, yo le trinco por el cuello y me deshago de él, tu saltas rápido al volante y salimos disparados. No era un buen plan, pero era un plan.
Pasaban los minutos, seguíamos callejeando en una penumbra que los faros del coche apenas penetraban. Conforme pasaba el tiempo íbamos acumulando tensión.
Entonces empezó a aminorar. No había nada reconocible, solo difusos bloques de viviendas soviéticos. Dobló una esquina, había un pequeño grupo de gente como esperando, y redujo más.
- A la de tres, susurré, le saco de ahí; ¡Preparado!
- Una, dos...
El Lada giró despacio otra esquina, y entonces Alfonso gritó:
- ¡El hotel! ¡El hotel!
Era nuestro hotel. Paró a unos 50m, porque solo dejaban entrar a los taxis oficiales. Bajamos con el corazón desbocado, solo atinando a decir: ¡Hostias, hostias! y resoplar.
Le pagamos lo acordado y no subimos a la habitación, nos quedamos en el pub del sótano tomando unos vodkas.
Habíamos estado a un segundo de liar una buena. Nos reímos.
- ¿Se han fijado en los pájaros? Vuelan, van, vienen, suben, bajan, pero...¿Han visto alguna vez alguno de ellos recostado, jadeando del esfuerzo?
"El hombre sabe que está solo en la inmensidad indiferente del Universo, de la cual apareció sólo por casualidad. Ni su destino ni sus obligaciones están escritos en ninguna parte." (Jacques Monod)
Tuve hace años un compañero de trabajo al que llamábamos Scooby, cuya fe en los extraterrestres era proverbial. Los extraterrestres eran su explicación a todos los hechos científicos, históricos y geopolíticos. Mis discusiones con él eran apasionantes y divertidas.
Siempre ha sido una pregunta fundamental para el ser humano el clásico:
¿De donde venimos?
Para Scooby procedíamos de los extraterrestres, lo cual solo supone cambiar de sitio el origen, pero no aclara la cuestión. Naturalmente también está la explicación religiosa; nos creó Dios.
Si nos atenemos a la ciencia, tenemos más o menos resuelto el asunto de como la vida ha evolucionado desde su mínima expresión hasta la complejidad de los organismos superiores, por la teoría de la evolución; mutaciones y selección natural. El problema está en cómo se originó la vida. Es decir, cómo apareció la primera molécula capaz de replicarse a si misma y dar origen a todo. Presuntamente, dicen los que saben, fue una molécula de ARN formada en un sopicaldo de compuestos químicos.
Además, si este proceso se dio en La Tierra, ha podido ocurrir en cualquier otro planeta, y de una forma similar o diferente. O sea que, ¿Es razonable que haya vida extraterrestre? Igual tenía razón mi compañero.
Hace algunos años, estudiando el funcionamiento de las depuradoras, descubrí a Jacques Monod, un francés genial. Biólogo, premio Nobel y con una teoría propia sobre el origen de la vida.
Monod defiende que la probabilidad de que se produzca la vida a partir del sopicaldo químico, es materialmente nula. Según el, debió ocurrir un evento insólito e irrepetible, lo que nos llevaría a que no haya vida más allá de nuestro planeta. Además, una vez formados los primeros aminoácidos y desencadenada la vida primigenia, la evolución hacia seres complejos fue una consecuencia directa inevitable, una necesidad.
Todo su razonamiento está recogido en su libro "El azar y la necesidad". Un referente en la filosofía de la ciencia que se encuentra fácil en internet.
Aparte de lo anterior, igual que identificamos a Einstein con su ecuación E=mc2, o a Newton con la ley de gravitación F=K(m.m')/r2, Monod tiene su "Ecuación de Monod", que podemos ver en la imagen. Nos proporciona la tasa de crecimiento de los microorganismos en función de la concentración de sustrato nutricio.
Es sencilla, sutil, y le valió un premio Nóbel. La aplicación mas famosa está en las depuradoras de aguas residuales (ERAR). En ellas la etapa de tratamiento biológico consiste en que las bacterias "se comen" la materia orgánica, la mierda. La Ecuación de Monod pone números a este proceso.
Ecuación de Monod, en Annual Review of Microbiology. (Stanford 1949) |