Era una tarde de mucho calor y al pasar por la Fuente del Moral me detuve a refrescarme. En uno de los bancos había un viejecillo barbudo que yo no conocía.
- Buenas tardes
- Buenas tardes -respondió-. Ud. no conoce el secreto de esta fuente. ¿No?
- No, pero me interesa. ¿Por qué no me lo cuenta?
Rio con aire pícaro y me explicó:
- ¿Ve esos caños? Pues el agua de cada uno es distinta y maravillosa. La de uno, bebida regularmente, alarga la vida. La de otro por el contrario, la acorta.
- Pero son tres los caños.
- Si. El agua del tercero, es excelente para cocer los garbanzos. Quedan tiernísimos.
Ahí quedó la cosa, porque no quiso decirme a que correspondía cada caño, pese a mi insistencia.
Han pasado varios años y nunca he vuelto a ver al viejo. No entraré en detalles, pero por prueba y error ya sé cual es el caño que da un agua excelente para los garbanzos.