Había una vez un país en el que los niños merendaban bocadillos de mortadela, normal o con olivas. Se vendía al corte en los puestos del mercado. El tendero iba cortando en la máquina y la ponía en la báscula sobre un papel encerado hasta que daba el peso pedido.
- ¡Antonio, ponme cuarto y mitad de mortadela!
Siempre mediaba una discusión. Que si está algo seca, que si córtala mas fina, que si pesa mas el papel que la mortadela...
Si nos fijamos en la caja de quesitos de la imagen, hay 8 quesitos. Pues bien, 2 quesitos serían un cuarto, y 3 quesitos serían cuarto y mitad. Fácil, ¿no?.
Nuestros mayores no eran tontos. Ellos no calculaban el cuarto y mitad como 250+125=375g
Vayamos atrás en el tiempo. En plena Edad Media, en el año 1204 los cruzados que en teoría iban a recobrar Tierra Santa de los árabes, en vez de eso liaron una parda y asaltaron Constantinopla, haciendo caer al Imperio Romano de Oriente. Y luego se lo repartieron entre ellos:
- Para el nuevo emperador, un cuarto. O sea, 2 quesitos.
- Para el resto de cruzados, cuarto y mitad. O sea 3 quesitos.
- Para Venecia el otro cuarto y mitad restante. Otros 3 quesitos.
Cuarto y mitad, igual que con la mortadela.