Pilatos le preguntó: ¿No hay, pues, verdad sobre esta tierra?
Y Jesús dijo: Mira cómo los que manifiestan la verdad sobre la tierra son juzgados por los que tienen poder sobre la tierra.

martes, 5 de julio de 2022

Las agallas del quejigo

La primera vez que oí en la Serranía de Cuenca la palabra "cajigo" la consideré un localismo, una deformación del nombre. Sin embargo cajigo tiene entrada propia en el diccionario de la RAE, que remite a "quejigo". Cajigo sería la palabra original según la RAE, proveniente de una voz prerromana (cassus o cassinus).


Quejigo (Quercus faginea), agallas y bellotas

Font Quer afirma que quejigo proviene del latín cecidium, que sería un diminutivo del griego kekidion, con el que se designa al líquido que fluye de la planta y forma las agallas. Es decir, que son las agallas las que en último término dan nombre al árbol.

Las agallas son una característica esencial del quejigo. Se forman por las secreciones que genera la planta cuando un insecto de la familia de los cynipedos pone los huevos en su corteza. En la fotografía puede verse una agalla abierta, con la larva del cynipedo dentro.

Agalla cortada en la que se ve la larva del insecto.

A estos insectos los llamamos comúnmente "avispas gallaritas", y los adultos se parecen bastante a una hormiga de ala. Cuando el insecto madura, hace un agujero y escapa de la agalla.

Cuando cortamos la agalla, según la época del año y según haya sido de caluroso o seco, nos podemos encontrar el insecto dentro en forma de larva o en forma adulta. Era un procedimiento tradicional de predecir el tiempo, abrir las agallas y ver si salía dentro gusano o insecto.

El quejigo se ha utilizado tradicionalmente para hacer carbón vegetal, para leña, para madera, para usos industriales y medicinales. Tanto la corteza como las agallas son muy ricas en taninos, lo que las hacía útiles para curtir y en medicina como astringente.

Precisamente esta característica me ha llamado especialmente la atención.


Agallas de quejigo, el antecedente del Hemoal ( Y mucho más)

Cuando vives en el siglo XIX y sufres de hemorroides, fisuras del ano, blenorragia, o en las mujeres metritis (inflamación del útero postparto) o leucorrea (flujo vaginal), la farmacopea matritense (1823) te da la solución: Las agallas de quejigo.

La fórmula se llama “Pomada de la Condesa” o “Pomada virginal” y se prepara de la siguiente forma:

Hay que hacer especial hincapié en lo de triturar bien fino y pasar luego por el tamiz. (Por razones evidentes). 

Otro punto importante es incorporarlo con el ungüento rosado. El mismo texto nos proporciona la preparación.


Antes de que te pongas manos a la obra, vas a necesitar conocer el sistema de pesos de los boticarios españoles, que como no podía ser de otra manera era distinto del usado por los de otros países:

1 libra medicinal = 344,822 g  y consta de 12 onzas.
1 onza =  28,735 g   y consta de 8 dracmas.
1 dracma = 3,592 g  y consta de 3 escrúpulos.
1 escrúpulo = 1,197 g y consta de 24 granos.
1 grano = 0,049 g

(*Equivalencias en gramos)


Por último vaya aquí mi aprecio mas sincero por los boticarios españoles. En los pueblos eran, junto con el cura y a veces el aristócrata, el reservorio cultural. 

Estos tres personajes, el marqués, el cura y el boticario, practicaban una actividad que no hacía nadie más; pasear.

Los demás españoles no paseaban, solo iban a los sitios y siempre con alguna finalidad. Lo más parecido a pasear era andar despacio por el camino de la estación o de la ermita después del trabajo, porque estaban por allí las chicas en grupos. Pero el concepto es distinto y el verbo (que ya se ha perdido) era festejar.



 

No hay comentarios:

Publicar un comentario